Reseña: Hegemonía y Estrategia Socialista

Notas

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hegemonia_estrategia_foceHegemonía y Estrategia. Socialista Radicalización de la Democracia
Ernesto Laclau y Chantal Muffe

Por: Stephanía Sanchez Correa (Universidad del Valle. Cali, Colombia)

¿Qué le ha sucedido al marxismo, a la izquierda, después de las grandes transformaciones que vinieron desplegándose en las sociedades capitalistas? Alrededor de ésta pregunta y otras subyacentes, se erige el análisis de Laclau y Mouffe en el libro Hegemonía y Estrategia Socialista.

Ernerto Laclau teórico político argentino ha replanteado críticamente los preceptos más importantes de la teoría marxista, convirtiéndose en lo que podríamos llamar un Pos marxista no Ortodoxo, siempre en la búsqueda de reactivar las categorías marxistas a la luz de las nuevas problemáticas sociopolíticas, ya que, según el autor, el análisis clasista tradicional no era suficiente para comprender dicha realidad política; es por ello que tomando elementos de Louis Althusse y Antonio Gramsci busca romper el excesivo clasismo del marxismo ortodoxo.

Corresponde a esta reseña la tercera y cuarta parte del capítulo 4 de Hegemonía y Estrategia Socialista, lo cual constituye la conclusión del libro. Laclau y Mouffe, plantean los problemas que ellos han detectado como los obstáculos a los que se enfrenta la construcción de una hegemonía de izquierda, y posteriormente lanzan tres interrogantes que logran condensar el análisis del libro, poniendo en juego las categorías y conceptos teóricos propuestos en él.  Y por último los autores dan pistas de la ruta a seguir para consolidar una hegemonía de izquierda.

 

La ofensiva Antidemocrática

Los autores plantean la siguiente problemática. Existe una cierta tendencia a la reconfiguración del modelo democrático, tendencia que está siendo protagonizada únicamente por teóricos del liberalismo, sin participación activa de la izquierda. Lo cual se presenta como un problema determinante ya que lo que plantean dichas reconfiguraciones no son más que nuevas interpretaciones que lo que pretenden es vaciar el concepto de “Democracia” de toda sustancia y hacerlo funcional al sistema económico imperante, para legitimar un régimen nada democrático.

El primer error entonces de la izquierda y su dogmatismo tradicional, es concentrarse en el análisis de la superestructura y dejar de lado los problemas centrales de la filosofía política, de este modo la Derecha se queda con las oportunidades de construirse como hegemonía.

De este modo entonces, la izquierda debe llevar a cabo un proceso de convergencia y construcción política a través de la radicalización de la democracia, con ésto se refiere el autor a un desarrollo horizontal de la protesta social, no institucionalizada. Ejemplo: los piqueteros y las fabricas recuperadas en Argentina.

 

La democracia Radical: Alternativa para una nueva Izquierda

Es evidente, para los autores, que existe un proyecto de reconstrucción de una sociedad jerárquica, así que la izquierda debe constituirse en una alternativa antagónica, que ha de consistir en unir los diferentes movimientos sociales por medio de las cadenas de equivalencia, para que todos se ubiquen en el plano de la revolución democrática y logren unirse contra la opresión para cambiar los sistemas de poder.

No se trata de que la izquierda niegue el ideal democrático[1], si no que lo profundice y expanda con el ánimo de construir un ideal democrático radical  y plural.

Existe un problema para que se pueda dar todo el proceso de consolidación de una hegemonía de izquierda, este es un problema del plano de las ideas, que se refleja obviamente en la realidad empírica, es el Apriorismo Esencialista, es decir, pensar que es posible fijar el sentido de todo evento de modo a priori, se constituye como un problema ya que limita la capacidad de acción y de análisis político de la izquierda. De ahí se desprenden tres elementos que hay que superar, estos son: el clasismo, el estatismo y el economicismo, es decir remitir todo análisis marxista a la superestructura.

Otro componente nodal  de este esencialismo es adoptar el elemento clásico de “revolución” que a efectos de construir un concepto de democracia radical y plural, se constituye como incompatible. El concepto clásico de revolución implica la institución de un punto de concentración del poder a partir del cual la sociedad podía ser reorganizada racionalmente; al ser incompatible Laclau y Mouffe radicalizando conceptos gramcianos redimensionan el hecho revolucionario y concluyen que no debe existir dicha concentración del poder y que al contrario de ello se deben multiplicar los espacios políticos y dar paso a la pluralidad de sujetos.

Para concluir esta primera aproximación a la democracia radical y plural, se dice que todo proyecto de democracia radicalizada supone una dimensión socialista pero el socialismo es uno de los componentes de este proyecto y no a la inversa ya que la sola apropiación de la producción no es lo único por lo que los partidos de izquierda deben luchar, en tanto esto no cambia radicalmente las relaciones de poder en la sociedad.

Luego de explicar el problema del apriorismo esencialista, los autores lanzan tres interrogantes que guiaran el análisis de algunos elementos concluyentes.

¿Cómo determinar la superficie de emergencia de los antagonismos?

Es imposible especificar a priori la emergencia de los antagonismos, ya que existe en ellos un elemento contingente, de hecho lo que se plantea es politizar las relaciones sociales y construir no un “sujeto” si no unos sujetos que en diferentes planos de lo social puedan constituir la emergencia de un antagonismo.

¿Existe contradicción entre equivalencia y autonomía?

Si en la realidad empírica se presentaran estos dos elementos como “puros” podríamos decir que en extremo estas dos lógicas pueden ser contradictorias pero como en la práctica no llegan a ser puras, entonces no hay tal contradicción.

Para que haya una “equivalencia democrática” es necesaria la construcción de un nuevo sentido común. Es de aclarar que nunca existe la equivalencia total ya que debe complementarse con la lógica de la autonomía.[2]

¿La lógica democrática es suficiente para la formulación de un proyecto hegemónico?

No, porque la lógica de la democracia es una “estrategia de oposición” y no una “estrategia de construcción de un nuevo orden” es decir que la lógica democrática es un elemento de negatividad ante la venida neoliberal, pero le haría falta el elemento de positivación social que viene siendo el elemento constructivo. Por tanto una situación de hegemonía seria la combinación del elemento negativo de las proclamas democráticas y un elemento de positivación social.

Toda hegemonía se funda en un equilibrio entre la negatividad y la consolidación de la positividad de lo social; esta combinación no es teórica, pertenece al plano de la especificidad.

 

Al terminar el libro los autores señalan un elemento importante y es la Utopía como faro que guía el camino de la izquierda pero en el cual no se debe estancar. Recopilan diciendo que el discurso de la democracia radical ya no es más el discurso de “lo universal” por tanto se deben retirar las concepciones de estar frente a una sociedad racional y transparente.

Y contrario al discurso clásico del socialismo, la democracia Radical intenta mostrar que todos los espacios pueden ser espacios de lucha (sistema educativo, poblaciones marginales, espacio laboral, ámbito político etc.…) ya no existe una categoría social depositaria de los privilegios epistemológicos y políticos como lo es la clase obrera en la teoría marxista.

Existen dos elementos necesarios para constituir una verdadera “revolución democrática”. El descentramiento y autonomía de los diversos discursos, y la multiplicación de los antagonismos para construir una pluralidad de espacios de contingencia.

No hay democracia radical ni plural cuando existe un sistema democrático formal, en donde los actores sociales no tienden a una expansión continua si no que aparecen institucionalizados; por tanto la radicalización de la democracia consiste en desarrollar de modo horizontal la protesta social, construyendo cadenas de equivalencia que permitan unir los diversos antagonismos y construir una propuesta alternativa, negativa y creadora a la vez, una propuesta Hegemónica.


[1] Un Punto clave aquí, es que cuando se habla de no abandonar el terreno democrático inmediatamente nos trasladamos a la negación de la vía violenta, como única expresión política y es aquí donde reside la posibilidad de una estrategia hegemónica de izquierda.

[2] Aquí el autor hace la claridad de porque se habla de democracia radical y plural y no solo radical. “así como la equivalencia se complementa con la autonomía, la igualdad no es suficiente si no con la libertad y de este modo hay que hablar de democracia radical y plural para dar cabida a la libertad”, libertad no entendida como el individualismo posesivo del liberalismo.