El resurgimiento de los movimientos nacionalistas
Por Máximo Fernández – Estudiante de Ciencia Política de la UBA
La crisis socio-política en Ucrania se instaló desde hace ya varios meses en la mayoría de las secciones de política de los diarios más importantes del mundo. En muchos casos, también en sus portadas. Se menciona a Vladimir Putin, al depuesto presidente Yanukóvich y a Obama, entre otros. Se hace hincapié en la vieja enemistad oriente-.occidente que lideró la agenda internacional en la segunda mitad del siglo XX, pero dejando de lado un tema muy importante como el resurgimiento del nacionalismo Ucraniano y Ruso, el motor de las revueltas iniciadas a fines del año pasado.
La etnopolítica, una de las ramas de la ciencia política, intenta comprender los elementos característicos de una sociedad o grupo determinado (lengua, cultura, raza, religión, territorio, etc.) para explicar la identidad como forma de movilización política y entender el nacionalismo como constructor de naciones.
Históricamente, Europa fue testigo de innumerables luchas de diferentes pueblos por temas territoriales. El eslavo fue uno de ellos y desde el siglo VI d.C. ocupó parte del centro y oriente del continente. A lo largo del tiempo, se fue dividiendo en otros pueblos, entre ellos los checos y los polacos en la parte central; los rusos, ucranianos y bielorrusos por el lado del este y otro tercer grupo: los eslavos meridionales, ubicándose en la zona de los Balcanes, donde podemos destacar a los serbios, croatas y búlgaros. Es decir, se separó en decenas de nuevos pueblos con identidades, lenguas y religiones muy diferentes entre sí.
Durante el siglo XX hubo una explosión de nacionalismos. Post teoría de estado moderno Weberiano en el que se explica la transformación de grandes imperios en múltiples estados independientes con fronteras delimitadas y soberanía sobre su territorio. Con antecedentes como los principios acordados en los tratados conocidos como la Paz de Westfalia de 1648. A principios de siglo, específicamente en 1914, podemos ver el primer ejemplo de esto, cuando el joven nacionalista Gavrilo Princip, quien apoyaba la unificación entre Bosnia y Serbia, asesina al archiduque Francisco Fernando de Austria, desencadenando la Primera Guerra Mundial. Luego Adolf Hitler en el año 1939 invade Polonia dando inicio a la Segunda Guerra Mundial, y a su vez, da comienzo a uno de los sucesos más horroríficos de la historia de la humanidad: el Holocausto. Esta vez por un tema étnico, o de razas, contra el pueblo judío.
El fin de la segunda guerra mundial, no solo devastó al continente Europeo, sino que además se provocó su división en dos. Aglomerando de esta forma, todos los estados con las diferencias antes mencionadas, en una bloque oriental de tipo socialista conocido como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) bajo el mando de Rusia. Este proceso, postergó la explosión de los movimientos nacionalistas, ya que desde el centro del bloque soviético (Moscú) se socavaban las soberanías nacionales, formando así una obligación de sentimiento generalizado
Pero es cuando se da el inicio del fin, es decir, del bloque soviético entre 1990-1992 cuando el kremlin pierde la mayoría de su territorio, disgregándose en 14 diferentes estados. Es en ese momento cuando vuelven a despertarse los sentimientos nacionalistas de los grupos oprimidos. La disolución de la ex Yugoslavia a principios de los ´80 fue el puntapié inicial para el estallido. A su vez, a mediados de los ´90, grupos nacionalistas kosovares de ascendencia Bosnia, reclamaron su independencia al sur de Serbia.
Haciendo foco en la relación Ucrania-Rusia, vale destacar que durante la segunda posguerra los vínculos se habían estrechado. Luego de la muerte de Stalin en 1953, Jrushchov, quien fuera Secretario del Partido Comunista en Ucrania, transfiere Crimea a Ucrania en 1954, en medio de una era de grandes inversiones en toda la república. Recién en 1991, Ucrania declara la independencia de la URSS, sin embargo, no se despegaría mucho de la joven Federación Rusa, siendo en muchos casos dependiente de esta última, sobre todo en materia energética.
Dado el avance exitoso de la Unión Europea y la anexión reciente de estados y de muchos otros a la espera de aprobación, los habitantes del oeste de Ucrania, (de etnia ucraniana), apoyan el ingreso del país al conglomerado, rechazando la órbita rusa y al presidente Putin. El sudeste del país (en donde se encuentra la península de Crimea) pro ruso, apoya las iniciativas provenientes del Kremlin.
Es interesante, también, destacar el rol las potencias mundiales. Los EEUU, claramente apoyan a Ucrania, abierta a medidas de corte neoliberal que la UE preconiza. La BBC de Londres, publicó escuchas del embajador Norteamericano Geoffrey Pyatt en Ucrania con Victoria Nuland de la cúpula de la Casa Blanca. Dejando en evidencia los intereses en la región y la clara oposición de la anexión de Crimea a Rusia. Por su parte, el presidente Barack Obama, sentenció el envío de tropas rusas a la zona de conflicto, amenazando con tomar medidas tales como el bloqueo económico (como ya empleó en varias ocasiones). Por eso, esto no debería sorprendernos. Ya que EEUU, en su rol de hegemón, actúa beligerantemente si se siente afectado si su posición con respecto al orden mundial es amenazada. En los últimos años la intervención por parte de la Casa Blanca ha crecido. Por más que la administración Obama se cansó de criticar a la de su antecesor, no se diferencia mucho de él en cuanto a las relaciones diplomáticas que mantiene con el mundo. Acusaciones de espionaje, intervención en golpes de estado, lobby empresarial y financiamiento a grupos separatistas fueron evidenciadas por ex empleado de la CIA Edward Snowden y con el tema Wikileaks por Julien Assange).
Por otro lado, el presidente ruso Vladimir Putin parece totalmente convencido en querer devolverle a la madre Rusia lo que perdió. Tal como el mismo dijera en conferencia de prensa “La caída de la Unión Soviética ha sido la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”. Al menos no perder otro integrante de la ex URSS es su objetivo primordial (como ya sucedió con Polonia, Estonia, Letonia y Lituania). Es decir, todos los países al este que lindan con Europa central.
La tesis de este artículo se basa en que no deberíamos solamente relacionar los intereses económicos y políticos de Obama y Putin con la crisis de Ucrania. Como se mencionó anteriormente, la lucha comenzó hace siglos atrás pero aun no finalizó. La búsqueda de nuevos horizontes en occidente tienta a los estados con problemas económicos a unirse a la UE con promesas de recuperación y ayuda financiera. Pero por otro lado, el oso Ruso amenaza con cortar su apoyo, lo que ocasionaría un grave problema para la economía Ucraniana y del mundo. Es por eso que desde Bruselas aún son aún muy cautos con sus declaraciones. Son consientes que el gas ruso es necesario y que además, ese país tiene el segundo ejercito más grande del mundo.
Muchos critican a la administración de Obama y las fuerzas de la OTAN por aun no haber intervenido. La realidad es que Rusia se anexó Crimea nuevamente sin haber disparado un solo tiro más que al aire. Y realmente no se sabe que otras medidas futuras tomará Putin. Quizás hasta proponerse expandirse aun más al oeste.
China también decidió dar su opinión frente al conflicto. El gobierno de Xi Jinping tomó partida por Rusia, argumentando que el país oriental también tomaría medidas de corte económicas como penalización en caso de intervención norteamericana.
Desde Occidente y específicamente Sudamérica, es complicado entender los conflictos de este tipo. Y es que si bien nuestro país es producto de un crisol de razas, italianos, español, alemanes, franceses, etc. no mostraron las eternas diferencias que existieron en Europa.
No obstante, los países del altiplano con comunidades indígenas numerosas, como Bolivia, en los últimos años ha sufrido movimientos separatistas de corte “blanco aristócrata”. Intereses económicos en áreas ricas en hidrocarburos como Santa Cruz de la Sierra, reclamaban autonomía para una “mejor” administración de los recursos en contra de las medidas tomadas por Evo Morales, entre las cuales repartía parte de estas riquezas del subsuelo a los pueblos originarios.
Mas allá de los intereses económicos y políticos que los líderes mundiales puedan tener, es evidente que aún muchos pueblos reclaman lo que es históricamente suyo. Y no solo territorio, sino también, desde el aspecto cultural hasta el lingüístico. La integración generalmente siempre fue en temas de cooperación económica y paz, pero las diferencias siempre estuvieron a flor de piel, expectantes para salir a la luz. Ucrania debería analizar doblemente sus deseos de unirse a la UE, ya que esta fracasó como asignadora de recursos, no pudiendo predecir las crisis económicas en Grecia, Irlanda, España y Portugal y luego tomando medidas drásticas anti sociales como el ajuste ortodoxo.
Es clave entender porque aún hasta el día de hoy el concepto de identidad es el factor básico para comprender la creación del estado-nación. El mundo globalizado e interconectado aún presenta rasgos separatistas. De hecho, algunos científicos afirman que naciones muy nacionalistas en un futuro se podrían llegar a separar en múltiples estados.