Estonia, pionera en el uso de la tecnología digital

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Hace tiempo que Henrik Salum dejó de utilizar la pizarra y las tizas. Director de la escuela secundaria Gustav Adolf, de Tallin, donde anteriormente había sido profesor de inglés durante años, Salum se aficionó rápidamente a la pizarra inteligente, una pantalla sobre la que se pueden proyectar vídeos y documentos a los que los alumnos pueden acceder desde sus ordenadores portátiles.

Henrik Salum es un usuario habitual de las nuevas tecnologías y las utiliza en su labor pedagógica desde hace más de 20 años. Empezó por publicar en línea un cuaderno de clases, que fue una pequeña revolución en la época, y fue ampliando sus contenidos a medida que la escuela mejoraba el equipamiento.

La escuela secundaria Gustav Adolf, el centro de estudios más antiguo de la capital, no es un ejemplo aislado. En Estonia, los alumnos se familiarizan con las herramientas informáticas desde los primeros cursos de la enseñanza primaria. “Las competencias digitales”, explica Helle Hallik, experta del Ministerio de Educación, “son parte integral del plan de estudios”, al mismo nivel que la lectoescritura, las matemáticas o los idiomas.

La educación tecnológica no constituye necesariamente un curso singular como tal, sino que suele integrarse en otras asignaturas, como sucede en la escuela Gustav Adolf. “Tratamos de incorporar la tecnología en nuestros métodos didácticos”, señala Salum. Por ejemplo, en las clases de inglés se invita a los estudiantes a que hagan sus presentaciones con una pantalla y, en matemáticas, aprenden a utilizar las hojas de cálculo.

El “salto del tigre”

En 1997, esta nación de 1,3 millones de habitantes dio “el salto del tigre”, nombre que recibió el programa gubernamental destinado a dotar de ordenadores a las escuelas del país. Para estimular la operación, el primer año el estado financió el 50% del coste de los equipos. “Las autoridades dieron un golpe maestro”, recuerda Mart Laanpere, profesor de didáctica de las matemáticas y de informática de la Universidad de Tallin. “A principios de la década de 1990, Estonia era un país muy pobre, carente de recursos naturales. El gobierno apostó entonces por la inteligencia como medio para colmar ese retraso”, recuerda.

Esta conversión al universo digital fue muy rápida. Cuatro años después de lanzar el programa, todas las escuelas del país estaban conectadas a Internet. Incluso las guarderías tienen desde entonces sus propios programas de iniciación a la informática y casi todos los establecimientos lo ponen en práctica. Los párvulos aprenden las nociones básicas de programación gracias a juegos de lógica o mediante la elaboración de pequeños robots que pueden animar a través de las tabletas.

En Estonia, el aprendizaje de las nociones básicas de programación empieza en la guardería

Por supuesto que hay desigualdades entre unos y otros establecimientos. En el país, las escuelas disponen de gran autonomía y pueden escoger por sí mismas cómo alcanzar las competencias exigidas. Henrik Salum reconoce, por ejemplo, que en su institución algunos profesores siguen usando manuales impresos.

Sin embargo, para garantizar la continuidad y la sostenibilidad de esta política, se han adoptado varias medidas haciendo hincapié, sobre todo, en la formación de los docentes. Según las estadísticas del Ministerio de Educación de Estonia, el 20% de los profesores de enseñanza general recibe cada año formación en materia digital.

El éxito de la conversión de la escuela a la tecnología digital se basa también en la contratación de profesores especializados en nuevas tecnologías para asistir a los docentes. La existencia de dichos expertos en las instituciones escolares facilitó en gran medida el aprendizaje a distancia durante la pandemia de COVID-19, en el año 2020.

Una estrategia provechosa

La estrategia adoptada desde hace más de 20 años ha generado buenos réditos, aunque es difícil definir en qué medida la informática ha contribuido a los resultados académicos que obtienen los alumnos estonios. Desde hace varios años, no obstante, este país figura en los primeros puestos de las evaluaciones de rendimiento escolar realizadas por el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), coordinado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Desde hace varios años, este país figura en los primeros puestos de las evaluaciones de rendimiento escolar del programa PISA

Este “salto del tigre” también ha facilitado un cambio de estado de ánimo en Estonia que trasciende el marco educativo. La plataforma denominada “X road”, lanzada en 1999, permite acceder a numerosos servicios administrativos en línea. En Estonia, desde 2007 también es posible votar por Internet en las elecciones generales, y el gobierno examina actualmente la posibilidad de autorizar el voto a través del teléfono móvil.

Si bien algunos países se inquietan hoy en día de los efectos negativos de las pantallas en los estudiantes -Suecia, por ejemplo, ha dado un paso hacia atrás en el uso de tabletas y ordenadores en clase por considerar que contribuyen al descenso del rendimiento escolar- no ocurre lo mismo en Estonia: los programas escolares que entrarán en vigor a comienzos del curso en 2024 reservan un espacio aún mayor a las competencias digitales.

De hecho, el país aborda con confianza la llegada de las tecnologías de nueva generación. La próxima revolución afectará a los manuales escolares, cuya versión digital podría adaptarse al perfil de cada estudiante. “Serán más personalizados”, señala Mart Laanpere. En la universidad, los investigadores ya están estudiando el tema. Tampoco la próxima llegada de los programas de inteligencia artificial generativa parece intimidar a los profesionales de la educación. “El único interrogante que me planteo”, afirma el director de la escuela secundaria Gustav Adolf, “es cómo pueden ayudarnos estos sistemas a enseñar”.

NOTA COMPLETA EN EL BLOG DE LA UNESCO