La enseñanza de Estonia, “el país más digital del mundo”

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Una sociedad casi sin brecha digital en la que es posible crear una empresa, operar cuentas bancarias y hacer el descargo de una multa de tránsito en pocos minutos desde el portal gubernamental.

Imaginemos la siguiente escena. Esta mañana nos levantamos, nos lavamos la cara, nos vestimos y consultamos la agenda del día. Hoy hay que renovar la licencia de conducir, renovar el pasaporte y pedir la receta de ese medicamento imprescindible para nuestro tratamiento. También pensemos que podemos hacer todo eso mientras desayunamos. Imaginemos, además, que esas actividades ya están cumplidas para cuando nos cepillamos los dientes. Ahora dejemos de soñarlo, porque esa es la realidad del 90% de los ciudadanos de Estonia, “el país más digital del mundo”.

En Estonia el 99% de los servicios del Estado están digitalizados y el 98% de los ciudadanos tiene un documento digital, el que les permite realizar todos los trámites gubernamentales online, excepto casarse, divorciarse y adquirir propiedades. Esto es posible porque el portal gubernamental está disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Dado que el 88% de los estonios utiliza internet todos los días, en este país casi que no hay brecha digital, lo que ayudó a que durante los confinamientos estrictos del 2020 su PBI cayera solo un 2,9%, mientras que en Francia la caída fue del 8,3%, en Italia del 8,8%, en Reino Unido del 9,9%, un 11% en España y en Alemania y Suecia estuvo en torno del 5%. Si bien tomó medidas bastantes restrictivas como respuesta epidemiológica, la mayoría de la población no sufrió grandes cambios en el consumo de servicios básicos, tales como medicina, educación y gestión gubernamental.

 

Pero ¿cómo logró esta pequeña república pasar de ser un satélite soviético a una de las sociedades digitales más avanzadas del mundo?

Luego de su independencia de la URSS en 1991, el país quedó sumido en una fuerte crisis económica y su desafío fue superarla con un magro presupuesto público. Esto propició el escenario para la digitalización que es, básicamente, el resultado de años de políticas que se fundaron en la adopción de nuevas tecnologías, sumadas a un cambio transversal de la forma de pensar y relacionarse de sus propios ciudadanos y el primer gran paso fue el cambio estructural en el proceso educativo. Todo ello, a su vez, fue posible por las alianzas público-privadas que se tejieron para generar la e-Estonia o Estonia digital, en el marco del plan estratégico para actualizar las infraestructuras locales de Tecnología de la Información (TI) del sector público.

A principios del siglo XXI Estonia logró digitalizar toda su administración pública con el desarrollo de una plataforma que permite realizar trámites de forma segura y eficaz, y promovió una exitosa “despapelización” del Estado. A ello se sumó que, para esta misma época, todas las escuelas de Estonia estaban oficialmente en línea y, junto con esta conversión estructural, el gobierno comenzó a proveer capacitación digital para todos sus adultos. Por ello, el resultado de su amplia digitalización no tuvo que ver con la tecnología en sí misma, sino con un cambio cultural general.

Las escuelas enseñan las competencias necesarias para desenvolverse en la sociedad, aprender en forma independiente y estar alerta ante las amenazas cibernéticas. Imaginando cuáles serán los empleos del mañana, los programas de estudios están basados en aprendizajes de robótica, programación y todas las llamadas “habilidades complejas”. Uno de los resultados de esto es que, desde el año 2015, el país se ubica primero entre los países europeos en el ranking PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE) desplazando a Finlandia.

Estonia se ha planteado como desafío avanzar hacia la automatización del trabajo administrativo a través del “servicio proactivo”.

Ya que el Estado posee todos los datos del ciudadano, conoce también los servicios a los que tiene derecho, por ello se encarga de comunicarles cuáles son los beneficios a los que pueden acceder y las obligaciones que deben cumplir sin necesidad que los ciudadanos inicien los trámites. Otro de los objetivos es desarrollar servicios públicos basados en Inteligencia Artificial (IA), pero esto entraña avanzar primero en la resolución de problemas éticos y técnicos, que son dilemas que se presentan actualmente en varios países que están incursionando en esta área.

A esta altura es inevitable preguntarse por la posibilidad de aplicación de estas políticas en otros países y para ello los estonios crearon el e-Estonia Briefing Center, una institución que conecta a los interesados con expertos y empresas estonias para asesorarlos en transformación digital.

¿Qué debemos aprender?

La gran lección que nos brinda es que, a pesar de las condiciones adversas luego de su independencia, lo que le permitió superar estas circunstancias fue la decisión unificada de sus dirigentes de apostar por la innovación. Por todo ello, deberíamos tomar nota de algunas de sus lecciones más importantes:

Es crucial la decisión política de delinear un modelo de país y llevarlo adelante.Educar para disminuir la brecha digital es la base para transformar la sociedad.El avance de la digitalización no produce desocupación, sino que en una sociedad capacitada en tecnología reconfigura el trabajo y la relación entre el personal y las máquinas. Plantear la digitalización como política de Estado implica diseñar planes estratégicos y comprometerse con su ejecución. Entender que de los errores se aprende. Animarse a fracasar es la base del éxito.

Nota publicada en Ámbito Financiero – 9 de Febrero 2022