Una revolución de pagos instantáneos en América Latina

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Hace una década, si alguien que vivía en San José, Costa Rica, quería enviar dinero para ayudar a un familiar que acababa de sufrir los impactos de un ciclón tropical, se tendría que haber trasladado a una sucursal bancaria, pagado una comisión considerable y esperado varias horas, o incluso días, para que el dinero llegara a la cuenta de su familiar. Es posible que hubiese decidido que era más fácil enviar el dinero en efectivo con un amigo que viajaba a su ciudad natal, arriesgándose a que el dinero se perdiera o fuera robado y dando por seguro que no llegaría rápidamente. Ya no.

Hoy en día, esa misma persona puede realizar una transferencia instantánea y gratuita de cuenta a cuenta a través de SINPE Móvil, la interfaz de usuario del sistema de pagos instantáneos (FPS, por sus siglas en inglés) operado por el Banco Central de Costa Rica. El familiar puede recibir los fondos en cuestión de segundos, algo fundamental cuando dichas transferencias ofrecen un salvavidas en emergencias climáticas o sanitarias.

El efectivo ha sido durante mucho tiempo el rey en América Latina. Las instituciones financieras no pudieron o no quisieron proporcionar instrumentos de pago digitales que igualaran la simplicidad y conveniencia del papel moneda. Las transferencias entre instituciones financieras se vieron obstaculizadas por la falta de sistemas de pago subyacentes modernos e inclusivos y por marcos legales y regulatorios obsoletos. Esto limitó la capacidad de los consumidores para realizar transacciones a través de múltiples proveedores, canales y productos, lo que se conoce como interoperabilidad. Sin embargo, los pagos instantáneos ofrecen a los consumidores una alternativa digital rápida, confiable y segura al efectivo, en una amplia variedad de casos de uso (incluidos los pagos transfronterizos en el caso de Transfer365 de El Salvador y los sistemas de otros países en América Central).

Los pagos instantáneos – también conocidos como pagos rápidos o inmediatos – se caracterizan por la recepción de fondos en tiempo real en la cuenta del beneficiario durante las 24 horas del día. Es bien conocida la historia de éxito de los pagos instantáneos en Brasil, materializada en su sistema de pagos instantáneos, Pix. Este servicio se ha vuelto tan omnipresente en Brasil que se utiliza como verbo (“¡Te Pixeo!”).

Pero no es solo Brasil: la revolución de los pagos instantáneos se está extendiendo por casi toda América Latina, con enormes implicaciones para la asequibilidad, la conveniencia y el diseño centrado en el cliente de los servicios financieros digitales. Esto fue evidente en un reciente taller e intercambio de aprendizajes entre pares organizado por el Banco Mundial y la Oficina de las Américas del Banco de Pagos Internacionales (BPI) en la Ciudad de México y al que asistieron representantes de 13 bancos centrales de toda América Latina.

Los números cuentan la historia. El número de pagos instantáneos per cápita en los países latinoamericanos ha crecido rápidamente, desde cerca de cero en 2019 a más de 3 por mes en Perú, 12 en Costa Rica y 24 en Brasil. Y, de hecho, el efectivo en circulación en muchos países latinoamericanos ha ido disminuyendo en paralelo.

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